De obligada lectura
CT o la Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española.
¿Cómo definir el sistema cultural (y político) imperante en España posterior al franquismo? El escritor Guillem Martínez alumbró de forma afortunada el término “CT- Cultura de la Transición”, un concepto que actúa como piedra Rosetta y nos sirve para levantar el velo, traducir, desenmascarar y entender las formas culturales y políticas impuestas a los ciudadanos tras el franquismo, un sistema que se resquebraja a la luz del nacimiento del 15M.
Coordinado por Guillem Martínez y publicado por Debolsillo, el libro es una obra colectiva en la que participan autores como Amador Fernández-Savater, Belén Gopegui, Silvia Nanclares, Ignacio Echevarría, Jordi Costa, etc….
Algunas perlas:
Amador Fernández-Savater
“La CT es una cultural esencialmente “consensual”, pero no en el sentido de que llegue a acuerdos mediante el diálogo de los desacuerdos, sino de que impone ya de entrada los límites de lo posible: la democracia-mercado es el único marco admisible de convivencia y organización de lo común, punto y final”.
“El 15M es la mayor brecha que hemos visto aparecer nunca en el muro de la CT, pero tiene antecedentes. Movimientos como la insumisión al servicio militar o por la recuperación de la memoria histórica -contra nuestras particulares leyes de punto final- han socavado profundamente las figuras y los relatos de la CT…”
Ignacio Echevarría
“Interesaba al nuevo Estado democrático liderado por González el lucimiento de los intelectuales y creadores, como garantía de credibilidad y airosa rúbrica al proyecto de renovación y desmemoriada convivencia, emprendido con el consenso de la mayor parte de la población. Y aquellos que se dejaron agasajar complacientemente, con frecuencia infatuados por las ventajas de una nueva modalidad de “compromiso” que por vez primera en la historia los alineaba con el bando ganador.
Gonzalo Torné
“Mi impresión es que los periódicos empezaron a subsumir el movimiento [15M] dentro de sus cauces de expresión “patrimoniales”, para después ir cediendo espacio de página a la posibililidad de que en las plazas se estuviese planteando la impugnación de la política de los partidos, una denuncia a las medidas económicas consensuadas”.
“Que en el 15-M no hubiese banderas desorientó a columnistas veteranos como Quim Monzó, quien, pese a los recortes sociales, solo ha visto en las manifestaciones a estudiantes aburridos y acomodados. Otro caso paradigmático es el de Pilar Rahola, quien en su estrambótica columna pasó de dar su apoyo sentimental als nois de la plaça (¿quién de nosotros no fue joven, hermanos?) a pedir el desalojo inmediato porque su hijo tenía derecho (no sé si poner la palabra entre comillas o en cursiva) a celebrar la inminente victoria del Barça”.
Isidro López
“No es difícil rastrear este momento de la producción propiamente cultural: se trataría de ese punto en el que los conflictos sociales y políticos desaparecen por completo de las novelas, las películas y la música para dar paso a una visión “posmoderna” y “desenfadada” de la España-marca”.