Crónica parcial del Festival de San Sebastián 2022
Las ediciones de aniversario son generalmente buena excusa para hacer un viaje al pasado y tener perspectiva de lo realizado. Sin embargo, el Festival de San Sebastián en su 70 aniversario solo puso un ojo en el pasado y se centró más en el presente y el futuro en la primera edición totalmente normalizada tras la pandemia. El equipo encabezado por José Luis Rebordinos prosigue con paso firme el asentamiento del certamen bajo parámetros industriales sin perder nunca de vista que el festival es un evento ciudadano que sin la respuesta del público no tendría justificación. El Zinemaldi sigue siendo uno de los principales festivales del circuito realizado con una profesionalidad y calidez muy de agradecer.
Los Reyes del Mundo. Laura Mora
La colombiana Laura Mora ya era conocida en San Sebastián por su película Matar a Jesús, donde ganó el Premio de la Juventud en 2017. En su regreso al Zinemaldi, no solo ha confirmado su talento sino que se ha alzado de forma incontestable con la Concha de Oro a la mejor película con una obra exuberante donde denuncia la situación social de la Colombia post FARC a través de un grupo de desheredados. El punto más destacable de la película es su mezcla de lo onírico con una una potencia sensorial apabullante que sumerge al espectador en una realidad que no por ser ya conocida resulta menos trágica. Interpretada por actores no profesionales, el máximo premio de San Sebastián supone un hito histórico para el cine colombiano que certifica el buen momento creativo que vive el audiovisual de este país.
Girasoles Silvestres. Jaime Rosales
La nueva obra del realizador de Petra (2018) o La Soledad (2007) es un muy interesante acercamiento al tema de las masculinidades tóxicas con un estilo realista y depurado en el que la fotografía de Hélène Louvart juega un papel destacado en la transmisión de sensaciones y estados de ánimo. Señalar también el brillante trabajo interpretativo de Anna Castillo en su búsqueda de luz y claridad para su vida y del actor Oriol Pla como una de sus parejas. Será una película que se redescubrirá pasados los años.
La Consagración de la Primavera. Fernando Franco
En su nuevo trabajo, Fernando Franco aborda un tema a priori espinoso como es el de la asistencia sexual a personas con discapacidad física, una cuestión que ya abordó con sutilidad y respeto la película The Sessions dirigida por Ben Lewin en 2012, que ganó el Premio del Público en el Zinemaldi de ese año. Por su parte, Fernando Franco se acerca a este asunto desde la luminosidad, la naturalidad y lo poético para mostrar una realidad bastante desconocida y nada tratada por nuestro cine. Es también, una de las crónicas del paso de la adolescencia a la juventud más bellas que se han hecho en el cine español.
Le Lycéen. Christophe Honoré
El francés Christophe Honoré es autor de una filmografía bastante irregular que compagina películas tan interesantes como Vivir deprisa, amar despacio (2018) y obras intrascendentes y directamente fallidas como Haciendo planes para Lena (2009). En su nueva película, Honoré se queda a medio camino de todo. Le Lycéen es una película más interesante de lo que en un simple visionado pueda parecer pero también contiene algunas de las escenas más pedantes e insoportables de su cine. A destacar el trabajo del recién llegado Paul Kircher, hijo de la actriz Iréne Jacob.
Sparta. Ulrich Seidl
La película-polémica del Festival llegaba a Donosti con una expectativa inusitada debido a la cancelación de su pase en el Festival de Toronto tras las acusaciones realizadas contra su director desde la revista Stern por parte de varios padres de los niños que actúan en la película, que argumentaban que no se les había informado previamente del contenido del film. Considerado como uno de los maestros del cine europeo contemporáneo, Ulrich Seidl no es un director cómodo para el espectador medio ya que su cine y su mirada disecciona algunos de los males actuales que atraviesan las sociedades europeas. En Sparta, Seidl viaja hasta Rumanía para mostrar el día a día de un pederasta austríaco que hace valer su superioridad en todos los ámbitos. A medio camino entre la ficción y el documental, esta también una crónica de la Europa asimétrica, de la explotación de la Europa pobre que convive frente a frente de la Europa rica.
Runner. Marian Mathias
La ópera prima de la directora Marian Mathias es una obra de una gran belleza que retrata la parte menos amable y acostumbrada de los Estados Unidos donde podemos encontrar los ecos de películas como Malas Tierras, premiada con la Concha de Oro en 1974. Runner se atiene a cierta estética ligada al cine independiente norteamericano desde que existe tal concepto pero al mismo tiempo permite vislumbrar una directora a la que seguir la pista por la capacidad demostrada en la composición de los planos y el reflejos de estados de ánimo ligados a este.
Suro. Mikel Gurrea
El debut en la dirección del donostiarra Mikel Gurrea ha sorprendido por la madurez y solidez que demuestra en este drama ambientado en el ámbito rural de Cataluña. Más allá de la crónica del desencuentro de una pareja de urbanitas que van a vivir al campo y su diferente evolución, Suro es una magnífica radiografía de los diferentes problemas que anidan en las sociedades contemporáneas como la desigualdad económica, la xenofobia o el privilegio de nacimiento.
R.M.N. Cristian Mungiu
Programada en la Sección Oficial de Cannes, la nueva película del maestro rumano es un minucioso y complejo retrato de la xenofobia en Europa. Tal y como acostumbran los directores de la Nueva Ola Rumana, asombra la precisión y exactitud a la hora de “recrear” actitudes, pasajes o conversaciones que se materializan en la escena de la asamblea, el momento cumbre de la película. Por otro lado, Mingiu se muestra juguetón a la hora de utilizar el background fílmico. Este caso, utiliza la conocida banda sonora que Shigeru Ubemayashi compuso para In the mood for love (Wong Kar Wai) con un propósito totalmente diferente al del director hongkonés.
Bardo, Falsa crónica de unas cuantas verdades. Alejandro G. Iñárritu
En su vuelta a su México natal, Iñárritu se apunta a una tendencia tan de moda en el cine actual como es la autoficción. Conociendo los antecedentes de su cine, el resultado no puede ser más decepcionante. Bardo es una película donde sobre todo asoma la peor vertiente del ego de su director que pretende hacer una obra profunda, trascendental y seria poniendo en el espejo un montón de temas por medio de metáfora visuales tan cargantes como las que puede producir Sorrentino. Y como en el caso del italiano, siempre, al fondo asoma el modelo insuperable en el que se miran y se asoman estas películas de autoficción, que no es otro que Fellini y su Otto e mezzo.
Corsage. Marie Kreutzer
Al igual que Susanna Nicchiarelli con Miss Marx (2020) o Pablo Larraín con Spencer (2021), la película de Marie Kreutzer se enmarca en la revisión y actualización de figuras históricas femeninas haciendo una lectura más cercana a la realidad desde un punto de vista contemporáneo. En Corsage lo que se produce es una enmienda a la totalidad, una destrucción completa del mito que nos transmitieron las edulcoradas películas protagonizadas por Romy Schneider en los años 50, para mostrar una persona adelantada a su tiempo con actitudes y valores más acordes a los tiempos actuales. A destacar el gran trabajo de Vicky Krieps.
Broker. Hirokazu Koreeda
Para su primera película surcoreana, el maestro japonés ha reclutado a su mayor estrella, el actor Song Kang-ho, que encabeza una trama que gira alrededor de los “buzones de niños”, lugares donde se entregan a bebés abandonados. Tal vez no sea la película más lograda y perfecta de Koreeda pero contiene todos los elementos que lo han encumbrado: una mirada luminosa y empática a todas las realidades, incluso a las más desagradables y molestas, y un nuevo estudio sobre las diferentes variantes de familias.