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The Best Cinematography of 2018


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1. Zama. Rui Poças

 

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2. Lazzaro felice. Hélène Louvart

 

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3. Quién te cantará. Eduard Grau

 

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4. Burning. Kyung-Pyo Hong

 

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5. Good Time. Sean Price Williams

 

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6. Cold War. Lukasz Zal

 

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7. The House That Jack Built. Manuel Alberto Claro

 

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8. Roma. Alfonso Cuarón

 

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9. Rojo. Pedro Sotero

 

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10. Leto. Vladislav Opelyants

 

 

Mi (muy parcial) Festival de San Sebastián 2018

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Este es un muy parcial comentario sobre la última edición del Festival de San Sebastián, puesto que apenas he podido ver un puñado de las películas proyectadas. La edición de este año se presentaba bajo el signo de una renovación estética que afectaba tanto a la imagen gráfica del Festival como a un nuevo diseño de la propia Concha de Oro, un cambio que busca dar una nueva identidad de marca al festival a nivel internacional que lo haga fácilmente reconocible dentro del complicado mundo del cine y de los festivales.

Y también llegaba bajo el signo del crecimiento. El Festival cada vez es más grande e inabarcable y como consecuencia se han vivido algunas distorsiones entre prensa y acreditados y la organización, que sigue siendo casi modélica y de un trato personal magnífico. En mi opinión, el festival haría mal en imitar y copiar lo peor de otros festivales como dividir a la prensa en castas de colores (como se hace en Cannes) con el consiguiente desprecio y maltrato a quien se gasta su dinero o el de su medio de comunicación en desplazarse y alojarse en la ciudad.

En cuanto a la progrmación, si durante años las fechas del evento eran un obstáculo de cara a conseguir películas y directores de renombre que lo acercara en la medida de lo posible a otros festivales de su misma categoría, el actual equipo directivo del festival ha sabido encontrar una fórmula que lo haga atractivo tanto para la industria internacional, prensa estatal e internacional, y al público, verdadero guardaespaldas de un evento que es vivido en la ciudad con verdadera pasión y entrega. Este festival de lo posible consiste en convertirlo en un certamen que resuma lo mejor del panorama cinematográfico mundial de cada año, de tal manera, que quien no pueda asistir a las grandes citas cinematográficas pueda comprobar en pocos días la evolución del panorama audiovisual a nivel internacional durante el último año. Las secciones Perlas y Zabaltegi son dos imanes programáticos que sirven para atraer al festival tanto al público como a la prensa especializada en una suerte de festival de preestrenos de lo que se verá en los cines comerciales durante el otoño. En esta edición se ha podido ver -fuera de unos pocos títulos como Lazzaro Felice, Suspiria, The favourite o Border- prácticamente lo más destacado de Cannes y Venecia y en menor número películas procedentes de Berlín o Locarno. En cierta manera Perlas y Zabaltegi, inéditas en otros festivales de nivel A, distorsionan el papel que la prensa especializada juega en el festival,  que debería centrarse en cubrir sobre todo la Sección Oficial como New Directors que son las apuestas propias del equipo de programación.

Otro aspecto a destacar es la apuesta decidida del actual equipo directivo por la inclusión dentro de la Sección Oficial de películas de género que han logrado que se perciba con más interés y expectación aunque la conexión Toronto-San Sebastián sigue evidenciando la debilidad del certamen donostiarra frente a Berlín, Cannes, Venecia e incluso Locarno a la hora de las primicias mundiales, que a fin de cuentas es lo que mueve a la prensa internacional. En cualquier caso, títulos como In Fabric (Peter Strickland) hubieran sido impensables verlas programadas en la sección principal del Festival no hace tantos años.

En relación al cine español hay que señalar que dos de las películas más esperadas, El Reino y Quién te cantará, se habían proyectado previamente en Toronto -un mercado más que un festival-, buscando una repercusión internacional de la que adolece muy seriamente el cine español, prácticamente ausente desde hace años de los grandes festivales internacionales de cine, y una difusión que al menos permita a estas películas liderar las taquillas del mercado español. Tanto El Reino como Quién te cantará son dos triunfos artísticos por parte de Rodrigo Sorogoyen y Carlos Vermut aunque la que finalmente se llevó el gato al agua fue Isaki Lakuesta con Entre dos aguas, que llegó al festival de forma silenciosa y discreta al ganar la segunda Concha de Oro en un jurado presidido por Alexander Payne.

Con una Sección Oficial compuesta por una amplia variedad de estilos, géneros y estéticas, la elección de Payne, que realiza un cine que bebe del realismo y el costumbrimo tamizado por un humor melácolico,  como presidente del jurado se ha revelado como no acertada al obviar totalmente en el palmarés a High Life, de Claire Denis, la que en mi opinión ha sido la película más destacada de las vistas en el festival y uno de los grandes títulos del año a nivel internacional.

Con 66 ediciones a sus espaldas es uno de los festivales históricos del mundo y el primer festival en el ámbito latinoamericano. A pesar de ostentar esta condición desde hace décadas sorprende que desde las instituciones estatales y latinoamericanas no se contribuya de manera más decidida a reforzar esta condición y dotarlo de un presupuesto mayor que le permita ser en un plazo de tiempo razonable la plataforma de lanzamiento indiscutible de los cines del estado español y latinoamericano aunque iniciativas como el cada vez más decisivo e influyente Foro de Coproducción Europa-América Latina tratan de consolidar esta condición así como reforzar el papel vital de la industria dentro del certamen.

Algunas de las películas que pude ver y que más me interesaron fueron:

HIGH LIFE. Claire Denis

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Con un formato  de ciencia ficción distópica, Claire Denis, realiza una incursión abstracta que retrata los miedos, ansiedades, angustias y peligros de nuestro tiempo  y de paso, nos proporciona una de las experiencias audiovisuales, sensoriales y orgánicas más radicales del año. Por una lado, Denis, subvierte la reglas del propio género que usa como medio expresivo alejándose por completo de la convenciones de la ciencia ficción marcada históricamente por el cine americano y bebe tanto estéticamente como temáticamente de otros referentes menos espectaculares como son la ciencia ficción europea, en concreto de los países del Este, en los años 70 del siglo pasado. Esta elección estética se evidencia en el look que predomina en la película donde la propia nave espacial semeja a un pobre sarcófago o los propios trajes de los astronautas, más austeros y similares a la estética espacial soviética.

Además, utiliza los cuerpos, el sexo y los fluidos como elementos expresivos para realizar un diagnóstico atroz de nuestra condición humana por medio de un grupo de ex convictos, encabezados por Robert Pattinson y Juliette Binoche, que son enviados como conejillos de indias a una misión espacial imposible. Por otro lado, la directora francesa sublima el propio género de la ciencia ficción al utilizar como referentes el cine de Tarkovski -Solaris y Stalker-, y al propio Kubrick de 2001, una odisea en el espacio. Sin duda una de las grandes películas del año por su ambición, originalidad

ROMA. Alfonso Cuarón

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Roma se plantea como un fresco al mismo tiempo íntimo e histórico con el trasfondo de la situación de México en los años 1970 y 1971. Pese a la enorme profundidad de campo que nos da la película rodada en 65 mm, Alfonso Cuarón no utiliza la épica para retratar sus memorias de infancia y opta por un punto de vista más distanciado ante lo que se muestra en pantalla. En cualquier caso, el espectador asiste a la película como si fuera un trozo de vida real que se desarrolla delante de sus ojos con una asombrosa naturalidad y fluidez siguiendo a Cleo, la criada de la familia de Cuarón en aquel tiempo, un personaje interpretado por la actriz no profesional Yalitza Aparicio, que dota a la película de verdad, dignidad y humanismo. Más allá de sus valores cinematográficos, la película producida por Netflix y úlitma ganadora del León de Oro en Venecia, plantea la paradoja de su forma de exhibición.

MANTA RAY. Phuttiphong Aroonpheng

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Avalada por el reciente premio a la mejor película de la sección Orizzonti de la última Mostra veneciana, Manta Ray está claramemente influenciada por el universo creativo del también tailandés Apichatpong Weerasetakhul. La principal novedad de la ópera prima de Phuttiphong Aroonpheng radica en el inserto de un sutil pero directo elemento de denuncia política como es la situación de los refugiados rohinhyá, la perseguida minoría éntica y cultural de Myanmar, en medio de una formulación cinematográfica tan misteriosa y “fantasmática” como acostumbra el cine tailandés. Lo que logra su director es una potente película críptica y ambivalente, entre el murmullo sonoro y el barroquismo audiovisual, donde convergen lo íntimo y personal con lo antropológico y político.

QUIÉN TE CANTARÁ. Carlos Vermut

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La nueva y esperadísima película de Carlos Vermut tras la Concha de Oro de Magical Girl llegaba a San Sebastián con un hype por encima de sus posibilidades como una de las apuestas indiscutibles de la Sección Oficial de este año. Y una vez despejada la incógnita se puede decir que Quién te cantará supone un paso sólido en la carrera de Carlos Vermut aunque en ese paso se ha dejado parte de la originalidad de su anterior película. Planteada como juego de espejos vampírico entre una cantante de éxito (Najwa Nimri) y una fan (Eva Llorach), la nómina de influencias es larga y excelsa: desde Almodóvar a Bergman, pasando por Douglas Sirk o David Lynch.

EL REINO. Rodrigo Sorogoyen

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Una de las claves de la nueva película de Sorogoyen es que consigue desvelar la parte oculta de la omnipresente corrupción entre la clase política española que no vemos en los telediarios. Junto a su guionista, Isabel Peña, ha conseguido dar forma a toda la intrahistoria de sus conversaciones, llamadas de teléfono, reuniones de partido, fiestas en los yates, como son sus casas y chalets, etc logrando reflejar la realidad de un país de forma demoledora a ritmo de música electronica y utilizando el thriller como forma de narración. Por su contundencia, El Reino es una película que debería trascender el ámbito cinematográfico y tener una influencia destacada en una sociedad que percibe la corrupción política y social como uno de sus grandes retos y problemas a solucionar.

ROJO. Benjamín Naishtat

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Triplemente premiada (dirección, actor -Darío Grandinetti- y fotografía) por el Jurado de San Sebastián, Rojo nos traslada hasta una provincia del interior de Argentina en 1975 para reflejar por medio de un magnífico thriller la cenagosa y malsana atmósfera que posibilitó el Golpe de Estado y la llegada de la dictadura militar en 1976. Con una puesta en escena cuidada donde resuenan los ecos del cine del extrañamiento de Lucrecia Martel y Yorgos Lanthimos y una gran fotografía del brasileño Pedro Sotero (Aquarius), Naishtat consigue una narración que logra radiografiar perfectamente la deriva moral de aquella sociedad cuyos ecos todavía resuenan en la actualidad.

“aesthetic fulfillment”. Lav Diaz

 

#Venecia 69. Día 5

#Venecia 69. Día 5

The Master. Paul Thomas Anderson

 

The Master se incluyó a última hora en la sección oficial de Venecia tras haberse anunciado días antes el resto de las películas y un desmentido por parte del director de la Mostra de que no sería esta la película que faltaba por anunciar. Todos esto ha provacado que la expectación sobre la nueva película de Paul Thomas Anderson fuera enorme y buena parte de la prensa ya la tiene como ganadora del León de oro desde el inicio del festival.

Pero nada de eso importa tras verla en el cine. Y lo que se ve es una obra compleja, turbadora y fascinante que aletea sobre muchos elementos, escenas y situaciones que dejan una interpretación abierta y nada explicita sobre sí lo que cuenta es la vida del fundador de la Iglesia de la Cienciología. The Master no tiene la épica conscientemente buscada de “Pozos de Ambición” sino que trabaja con materiales más turbios, oscuros, difíciles y sensibles de la psique humana y, sobre todo, cimienta su enorme calidad en el trabajo descomunal de Joaquin Phoenix y de Philip Seymour Hoffman, tan diferentes en su forma de actuar y tan complementarios en la película.

Mencionar el trabajo de John Greenwood, autor de arriesgadas y fascinantes bandas sonoras, y también aquí, un elemento determinante en la configuración formal de la película. Nadie usa la música con P. T. Anderson en el cine comercial actual.

 

#Venecia 69. Día 4

 

Paradise: Faith. Ulrich Seidl

Segunda parte de su trilogía “Paradiso”, Ulrich Seidl centra su cámara en Anna Maria, una mujer de media edad que se dedica a visitar domicilios con una imagen de la virgen Maria para conseguir que Austria vuelva a ser católica. Separada de su marido egipcio y musulman la vuelta a casa de este evoluciona a una confrontación entre creencias, aptitudes y roles. Seidl deja muy claro y sin demagogias, a pesar de que para algunos contenta imágenes durísimas y escandalosas, las consecuencias de la fe llevada a los extremos: el fanatismo.

Lullaby to my Father. Amos Gitai

Fiel a su estilo narravito y visual, Amos Gitai rinde tributo a la figura de su padre, Munio Weinraub, alumno de arquitectura de la Bauhaus represaliado por los nazis, con un documental que habla también de las conexiones entre las diferentes artes, de la relación entre sus peculiares padres y de los condicionamientos de la historia.

El sheita elli fat (Winter of Discontent). Ibrahim el Batout

Relato de la represión que los servicios secretos de Mubarak sometieron a la población egipcia en los días que precedieron a la caída del régimen durante la revolución de la plaza Tharir. Parte de un planteamiento formal muy forzado y exagerado que elude mostrar las verdaderas imágenes que se produjeron en las calles cuyo resultado es artificioso y esteticista en exceso. Tampoco cuenta nada que sepamos aunque sirve como denuncia de la represión que elementos de los servicios secretos siguen practicando entre la población civil.

#Venecia 69. Día 3

At Any Price. Ramin Bahrani

Lo que un principio aparenta ser una anodina película para el lucimiento de Zac Efron acorde a los tópicos de la America rural y profunda, evoluciona hacia un retrato sobre el cinismo y la hipocresia que anida dentro de esa misma sociedad que canta el himno nacional, estafa con semillas transgénicas y esconde los secretos más inconfesables entre los inmensos campos de cereal de Iowa sin abandonar nunca el tono amable y simpático. Lo que cuenta es terrible pero a veces uno no se da ni cuenta.

Bad 25. Spike Lee

“Los freaks son llamados freaks y son tratados como son tratados, en su mayor parte abominablemente, porque son seres humanos que provocan un eco muy profundamente de nuestros terrores y deseos más profundos.”

Bajo el eco de esta profética cita que el gran escritor afroamericano James Baldwin dedicara a Michael Jackson, Spike Lee elabor un documental que vas más allá de la mera conmemoración de “BAD”, un disco capital en la carrera del cantante para dirigir una reivindicación de su transcendencia musical y talento artístico. Es admirable como la industria cultural estadounidense es capaz de acoger en su imponente maquinaria publicitaria a sus miembros más, en su momento, rebeldes e integrarlos a través de cualquier producto cultural para que el negocio siga funcionando. Algo que se echa en falta en latitudes más próximas. Pero en este caso, y siendo Spike Lee quien dirige, uno espera algo más que respeto al mito y amigo y menos corrección formal. Gustó mucho.

#Venecia 69. Día 2

Superstar. Xavier Giannoli

 

Habitual de los grandes festivales, el francés Xavier Giannoli, aborda en “Superstar” los mecanismos de una sociedad que pasa con la misma y desconocida facilidad de la admiración total al odio a través de la historia de un hombre corriente que se convierte una persona ultra famosa sin motivo aparente.  No es una película sobre la “celebridad” ni sobre la fama sino que aborda la falta de control que tenemos sobre nuestra propia vida en una sociedad donde la intimidad está a punto de desaparecer gracias a la tecnololgía, las redes sociales y la manipulación de los grandes medios de comunicación.

 

The Iceman. Ariel Vromen

Lástima que Michael Shannon no haya encontrado un director a la altura de su interpretación en “The Iceman”, donde un tono tan enfático y solemne terminan por lastrar lo que podría haber sido una gran película. Basada en un caso real de un asesino a sueldo que mató a más de 100 personas mientras mantenía una modélica vida familiar, no indaga en la brutal psicología de este personaje para repetirse en una historia contada sin originalidad. Como gancho comercial desfilan por la pantalla nombres ilustres como Wynona Ryder, James Franco o Stephen Dorff en papeles secundarios.

#Venecia 69. Día 2

 

Palazzo del Casino’

 

#Venecia 69. Día 1

The Reluctant Fundamentalist. Mira Nair

Se inicia la Mostra con “The Reluctant Fundamentalist” la vuelta a Venecia de Mira Nair, ganadora del León de Oro con La Boda del Monzón en 2001, una película a caballo entre oriente y occidente. La historia de un pakistaní triunfador que triunfa en la gran manzana convertido en tiburón de las finanzas internacionales y la globalización que comienza a cuestionarse su origen y verdadera esencia tras el 11-s.

Nada nuevo nos revela Mira Nair. Ni en la historia, mil veces contada por el cine y otras vías de expresión cultural durante estos años, ni en la forma, donde se acumulan una amalgama de géneros que terminan por llevar la película a ninguna parte rozando el ridículo.

Tai Chi 0. Stephen Fung

Divertida, irónica,  paródica, juguetona y sin complejos. Stephen Fung propone una explosiva mezcla de géneros que va desde el cine mudo y el épico pasando por las artes marciales, los videojuegos, los spaguetti-western, el retrofuturismo, el animado o la mística oriental sin olvidar también la mezcla de estilos musicales que van desde el hardcore, el tango sin olvidar la música de cine. ¿El resultado? Un divertidísimo producto audiovisual que funciona de manera muy coherente que dialoga de tú a tú con el espectador de una manera directa. Es cine y algo más. Se anuncia una segunda parte de estreno inminente en China.

Stories We Tell. Sarah Polley

Sarah Polley pone a su familia y amigos delante de la cámara para contarnos su historia familiar y la historia de amor de sus padres. A ratos tierna y emocionante, el documental deriva hacia un ejercicio de terapia narcisista donde Sarah Polley es el eje central de una revelación transcendental. De lo que se olvida es preguntarse si todos esos testimonios y revelaciones sobre su propia vida pueden interesar o no al espectador. A mí no me interesaron mucho. Desde un punto de vista formal propone al espectador un juego muy usado tramposo sobre el carácter de las supuestas imágenes del archivo familiar.

Kinshasa Kids. Marc-Henri Wajnberg

Documental sobre los miles de niños que viven en las calles de Kinshasa. Mil veces visto y sin aportar nada novedoso, desaprovecha el rico panorama musical de la ciudad donde muchos de estos niños de la calle intentan buscar una vía de escape a la terrible dureza de las calles.

Izmena. Kirill Serebrennikov

Izmena comienza de forma seductora y rapidamente plantea un juego de traciones y adulterios en atmósferas tan turbias como gélidas en la Rusia moderna. Sus pretensiones de estilo y sofisticación son tan evidentes que va caminando lentamete hasta solo producir indiferencia a través de un argumento que se complica de forma innecesaria. En “Izmena” resuenan los ecos de la “Elena” de A. Zvyagintsev, formando un dítpico terrible sobre la sociedad rusa. La sociedad rusa, parece, que está muy mal.