Jakob Von Gunten
“Aquà se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benajamenta, jamás llegaremos a nada, es decir que el dÃa de mañana seremos gente muy modesta y subordinada. La enseñanza que nos imparten consiste básicamente en inculcarnos paciencia y obediencia, dos cualidades que prometen escaso o ningún éxito. Éxitos interiores, eso sÃ. Pero ¿qué ventaja se obtiene de ellos? ¿A quién dan de comer las conquistar interiores? A mà me encantarÃa ser rico, pasear en berlina y malgastar dinero. Una vez comenté esto con mi condiscÃpulo Kraus, pero él se limitó a encongerse de hombros despectivamente, sin concederme una sola palabra. Kraus tiene principios, va bien sujeto a su silla, montado sobre la satisfacción, y es éste un rocÃn al que los amantes del galope prefieren no subirse. Desde que estoy aquÃ, en el Instituto Benjamenta, he conseguido volverme un enigma para mà mismo. También yo me he visto contagiado por un extraño sentimiento de satisfacción, desconocido hasta ahora. Soy bastante obediente; no tanto como Kraus, que es un maestro en ejecutar celosamentey al instante cualquier tipo de órdenes. Hay un punto en el que nosotros, los alumnos (Kraus, Schacht, Schilinski, Fuchs, Peter el Largirucho, yo, etc.), nos parecemos todos: el de nuestra pobreza y dependencia absolutas. Somos humildes, humildes hasta la indignación total.”
Robert Walser. 1909