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#Venecia 69. Día 2

Superstar. Xavier Giannoli

 

Habitual de los grandes festivales, el francés Xavier Giannoli, aborda en “Superstar” los mecanismos de una sociedad que pasa con la misma y desconocida facilidad de la admiración total al odio a través de la historia de un hombre corriente que se convierte una persona ultra famosa sin motivo aparente.  No es una película sobre la “celebridad” ni sobre la fama sino que aborda la falta de control que tenemos sobre nuestra propia vida en una sociedad donde la intimidad está a punto de desaparecer gracias a la tecnololgía, las redes sociales y la manipulación de los grandes medios de comunicación.

 

The Iceman. Ariel Vromen

Lástima que Michael Shannon no haya encontrado un director a la altura de su interpretación en “The Iceman”, donde un tono tan enfático y solemne terminan por lastrar lo que podría haber sido una gran película. Basada en un caso real de un asesino a sueldo que mató a más de 100 personas mientras mantenía una modélica vida familiar, no indaga en la brutal psicología de este personaje para repetirse en una historia contada sin originalidad. Como gancho comercial desfilan por la pantalla nombres ilustres como Wynona Ryder, James Franco o Stephen Dorff en papeles secundarios.

#Venecia 69. Día 2

 

Palazzo del Casino’

 

#Venecia 69. Día 1

The Reluctant Fundamentalist. Mira Nair

Se inicia la Mostra con “The Reluctant Fundamentalist” la vuelta a Venecia de Mira Nair, ganadora del León de Oro con La Boda del Monzón en 2001, una película a caballo entre oriente y occidente. La historia de un pakistaní triunfador que triunfa en la gran manzana convertido en tiburón de las finanzas internacionales y la globalización que comienza a cuestionarse su origen y verdadera esencia tras el 11-s.

Nada nuevo nos revela Mira Nair. Ni en la historia, mil veces contada por el cine y otras vías de expresión cultural durante estos años, ni en la forma, donde se acumulan una amalgama de géneros que terminan por llevar la película a ninguna parte rozando el ridículo.

Tai Chi 0. Stephen Fung

Divertida, irónica,  paródica, juguetona y sin complejos. Stephen Fung propone una explosiva mezcla de géneros que va desde el cine mudo y el épico pasando por las artes marciales, los videojuegos, los spaguetti-western, el retrofuturismo, el animado o la mística oriental sin olvidar también la mezcla de estilos musicales que van desde el hardcore, el tango sin olvidar la música de cine. ¿El resultado? Un divertidísimo producto audiovisual que funciona de manera muy coherente que dialoga de tú a tú con el espectador de una manera directa. Es cine y algo más. Se anuncia una segunda parte de estreno inminente en China.

Stories We Tell. Sarah Polley

Sarah Polley pone a su familia y amigos delante de la cámara para contarnos su historia familiar y la historia de amor de sus padres. A ratos tierna y emocionante, el documental deriva hacia un ejercicio de terapia narcisista donde Sarah Polley es el eje central de una revelación transcendental. De lo que se olvida es preguntarse si todos esos testimonios y revelaciones sobre su propia vida pueden interesar o no al espectador. A mí no me interesaron mucho. Desde un punto de vista formal propone al espectador un juego muy usado tramposo sobre el carácter de las supuestas imágenes del archivo familiar.

Kinshasa Kids. Marc-Henri Wajnberg

Documental sobre los miles de niños que viven en las calles de Kinshasa. Mil veces visto y sin aportar nada novedoso, desaprovecha el rico panorama musical de la ciudad donde muchos de estos niños de la calle intentan buscar una vía de escape a la terrible dureza de las calles.

Izmena. Kirill Serebrennikov

Izmena comienza de forma seductora y rapidamente plantea un juego de traciones y adulterios en atmósferas tan turbias como gélidas en la Rusia moderna. Sus pretensiones de estilo y sofisticación son tan evidentes que va caminando lentamete hasta solo producir indiferencia a través de un argumento que se complica de forma innecesaria. En “Izmena” resuenan los ecos de la “Elena” de A. Zvyagintsev, formando un dítpico terrible sobre la sociedad rusa. La sociedad rusa, parece, que está muy mal.

 

 

De obligada lectura

 CT o la Cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española.

¿Cómo definir el sistema cultural (y político) imperante en España posterior al franquismo? El escritor Guillem Martínez alumbró de forma afortunada el término “CT- Cultura de la Transición”, un concepto que actúa como piedra Rosetta y nos sirve para levantar el velo, traducir, desenmascarar y entender las formas culturales y políticas impuestas a los ciudadanos tras el franquismo, un sistema que se resquebraja a la luz del nacimiento del 15M.

Coordinado por Guillem Martínez y publicado por Debolsillo, el libro es una obra colectiva en la que participan autores como Amador Fernández-Savater, Belén Gopegui, Silvia Nanclares, Ignacio Echevarría, Jordi Costa, etc….

 

Algunas perlas:

 

Amador Fernández-Savater

“La CT es una cultural esencialmente “consensual”, pero no en el sentido de que llegue a acuerdos mediante el diálogo de los desacuerdos, sino de que impone ya de entrada los límites de lo posible: la democracia-mercado es el único marco admisible de convivencia y organización de lo común, punto y final”.

“El 15M es la mayor brecha que hemos visto aparecer nunca en el muro de la CT, pero tiene antecedentes. Movimientos como la insumisión al servicio militar o por la recuperación de la memoria histórica -contra nuestras particulares leyes de punto final- han socavado profundamente las figuras y los relatos de la CT…”

Ignacio Echevarría

“Interesaba al nuevo Estado democrático liderado por González el lucimiento de los intelectuales y creadores, como garantía de credibilidad y airosa rúbrica al proyecto de renovación y desmemoriada convivencia, emprendido con el consenso de la mayor parte de la población. Y aquellos que se dejaron agasajar complacientemente, con frecuencia infatuados por las ventajas de una nueva modalidad de “compromiso” que por vez primera en la historia los alineaba con el bando ganador.

Gonzalo Torné

“Mi impresión es que los periódicos empezaron a subsumir el movimiento [15M] dentro de sus cauces de expresión “patrimoniales”, para después ir cediendo espacio de página a la posibililidad de que en las plazas se estuviese planteando la impugnación de la política de los partidos, una denuncia a las medidas económicas consensuadas”.

“Que en el 15-M no hubiese banderas desorientó a columnistas veteranos como Quim Monzó, quien, pese a los recortes sociales, solo ha visto en las manifestaciones a estudiantes aburridos y acomodados. Otro caso paradigmático es el de Pilar Rahola, quien en su estrambótica columna pasó de dar su apoyo sentimental als nois de la plaça (¿quién de nosotros no fue joven, hermanos?) a pedir el desalojo inmediato porque su hijo tenía derecho (no sé si poner la palabra entre comillas o en cursiva) a celebrar la inminente victoria del Barça”.

Isidro López

“No es difícil rastrear este momento de la producción propiamente cultural: se trataría de ese punto en el que los conflictos sociales y políticos desaparecen por completo de las novelas, las películas y la música para dar paso a una visión “posmoderna” y “desenfadada” de la España-marca”.

El sur, utopías, movimientos sociales…

“En torno a 1900, muchos habitantes del norte viajaron al sur para llevar a cabo sus utopías en el sol y en lo que consideraban que era una paisaje matriarcal. Monte Veritá, cerca de Ascona, Italia, fue uno de estos lugares. Allí acudieron muchos de los representantes de las utopías más importantes: los anarquistas ([Mikhail] Bakunin, [Errico] Malatesta, [James] Guillaume); los teósofos; los creadores del paraíso en la tierra en forma de jardines botánicos; el movimiento de reforma de la vida, que se consideraba una alternativa tanto al comunismo como al capitalismo; luego, los artistas de Der Blue Reiter; la Bauhaus; los revolucionarios del nuevo movimiento de danza (Rudolf Laban, Mary Wigman); más adelante, El Lissitzky, Hans Arp, Julius Bissier, Ben Nicholson, Richard Lindner, Daniel Spoerri, Erik Dietmann. Ascona, de hecho, es un ejemplo perfecto de cómo los actuales destinos turísticos de moda llegan a convertirse en tales: primero hay idealistas románticos, después utopías sociales que atraen a artistas, después viene los banqueros que compran cuadros y quieren vivir donde los artistas. Cuando los banqueros llaman a los arquitectos, empieza el desastre.”

Harald Szeemann. Página 140 de “Breve historia del comisariado” de Hans Ulrich Obrist Exit Ediciones

La forma no (sólo) es el mensaje

Vida y muerte de Marina AbramovicVida y muerte de Marina Abramovic. Teatro Real. Madrid. 16/04/2012

Ni enteramente ópera, ni teatro, ni musical, ni perfomance, ni cabaret, ni circo, ni videoarte, pero con elementos de todos ellos. Un cóctel artístico postmoderno en un templo de la alta cultura y la tradición. Mucho, muchísimo se ha hablado sobre la esencia temática y formal de unos de los hitos culturales del año a nivel internacional marcada por esa confluencia de genios como Bob Wilson, Marina Abramovic, Antony, Willem Dafoe y, no olvidemos, a la cantante Sevetlana Spajic, el iluminador A. J. Weissbard y el figurinista Jacques Reynaud, tan determinantes como los anteriores. Pero dos son los ejes sobre los que se asienta la propuesta: la vida y obra de la performer Marina Abramovic y la esencia y calado estético de la trayectoria de Bob Wilson. Si las perfomances de Abramovic se caracterizan por su dureza y crudeza, llegando a la autoagresión física, las propuestas escénicas de Wilson son todo lo contrario: minimalistas, depuradas y exquisitas hasta casi lo sobrenatural. Para acercarse a esta obra se necesita conocer previamente la trayectoria artística de Marina Abramovic pues el desarrollo narrativo es confuso causada por la variedad de personajes que interpreta Willem Dafoe y una desconexión escénica dispuesta por Bob Wilson a modo de “tableaux vivants”. La dirección musical y las canciones de Antony son destacables, marcando momentos de gran intensidad emocional, pero sus apariciones en el escenario son escasas.

En conjunto es una obra extraña, un tanto deslavazada, donde se conjugan tal cantidad de códigos artísticos, estéticos y conceptuales que el espectador a veces no puede descifrar pero que permanecen en la memoria. Al mismo tiempo su calado visual puede producir una hipnosis que roza la ingravidez.